No medicalicen el envejecimiento

Guardado en: Artículos • Publicado el 07/06/2015 • 2 comentarios

Envejecer es lo más deseable y evidencia el éxito de unas primeras fases de juventud y madurez vividas con salud. Dudo que aquellas personas que no les gusta envejecer estén queriendo decir que prefieren morir prematuramente a los 60. El envejecimiento saludable no es otra cosa que mantener y prolongar la salud con la que hemos nacido.

Sin embargo, la realidad de nuestra sociedad industrializada nos presenta otra imagen. Comienza la vida medicalizando el embarazo y el parto, se medicalizan las emociones, los estados de ánimo, se medicaliza la menopausia en la mujer y se inventa la andropausia en el hombre, se medicaliza la estética femenina y se termina medicalizando el envejecimiento.

Definición

designer_drugsPara entendernos, la medicalización es el proceso de convertir situaciones normales en cuadros patológicos y luego pretender resolver con medicamentos, situaciones que no son médicas. En todo caso pueden ser sociales, profesionales o de relación interpersonal.

En una encuesta realizada en 2002 por la revista British Medical Journal en busca de las llamadas «no enfermedades» que han pasado al ámbito y control del campo médico, destacaron en primer lugar el envejecimiento, a continuación las alteraciones capilares (calvicie y canas), la fealdad, la celulitis, la resaca y la infelicidad.

Efectos secundarios

La medicalización de la vida en general y del envejecimieto en particular, es uno de los problemas que contribuyen a la masificación de las consultas del médico y de las urgencias, impidiendo una atención de calidad y creando frustración en los profesionales.

Objetivos de la medicalización

Cuando se averigua que los medicamentos para la supuesta disfunción eréctil movieron solo en 2011 más de 5.300 millones de dólares en todo el mundo, uno empieza a preguntarse qué mueve a la industria farmaceútica y alimentaria.

Envejecer no es sinónimo de enfermar. Es un proceso normal que solo es posible para aquellos que no han muerto en la infancia, la juventud o la madurez. Como este trabajo lo enfoco principalmente hacia el envejecimiento masculino, digamos que en el hombre el envejecimiento conlleva cambios, que van desde la pérdida de pelo, a la masa muscular, y a veces, a la disminución de la potencia sexual.

Hay personas con la capacidad para convertir este hecho natural en un negocio muy lucrativo. El proceso es sencillo. Todos estos fenómenos naturales se plantean y se publicitan como asociados a los niveles de testosterona y se inventa una definición que suene científica como “síndrome por déficit de testosterona” cuyo tratamiento se ofrece sencillo y fácil mediante la administración de testosterona. Craso error que medicaliza la vida y conlleva graves riesgos, incluyendo el aumento de infartos de miocardio y de cáncer de próstata, según el equipo médico del Dr. Juan Gérvas que añade: “el síndrome por déficit de testosterona no es más que un nuevo ejemplo de enfermedad inventada, incluso una no-enfermedad”.

El síndrome por déficit de testosterona (SDT) es un claro ejemplo de cómo se intenta medicalizar un proceso fisiológico sin ningún beneficio para las personas. La terapia con testosterona no ha demostrado ningún beneficio clínicamente significativo en estos pacientes. La propaganda del SDT en España se ha centrado en su supuesta (y falsa) acción favorable sobre los problemas cardiovasculares. La dura experiencia de los daños ocasionados por la terapia hormonal substitutiva en las mujeres debería alertarnos sobre el error de transformar un cambio hormonal en una enfermedad, tal como explica el Dr. Juan Gérvas y su equipo médico.

Otra definición

El concepto anglosajón “disease mongering” es bastante explícito y consiste en convencer a la gente sana de que esta enferma o aquellas que presentan una dolencia leve, de que están muy enfermas. Es parte de la estrategia de promoción y ampliación de mercado de la industria farmacéutica.

Disease mongering, que viene a significar “tráfico o comercio de enfermedades” define cómo las compañías farmacéuticas promueven las enfermedades como fuente de negocio y altas cotizaciones en bolsa. Esto que no es nuevo, se ha ido incrementando en los últimos 20 años, en parte por el poder que ha ido adquiriendo la industria farmacéutica (monopolizando los sistemas de educación e investigación médica), asociado a la falta de límites claros entre salud y enfermedad. Estos dos factores han llevado a que la construcción social y científica de las enfermedades este siendo sustituida por la construcción por parte de las empresas multinacionales, trayendo esto aparejado un claro conflicto de intereses.

Asimetría entre médico y paciente

El conocimiento de esta situación y de los mecanismos utilizados por los “generadores de enfermedades” es de vital importancia en el ámbito médico como así también en la sociedad. Alguien tiene que ponerlo al descubierto para eliminar o minimizar la asimetría que existe entre lo poco que sabemos sobre nuestro propio cuerpo y lo mucho que creemos que saben los médicos.

Por otra parte, hemos hecho mal en permitir que sea la medicina al servicio de la industria farmaceútica, la que se apropie del derecho a definir lo que es salud y enfermedad. Han secuestrado el idioma para llamar enfermedad a lo que solo es un malestar pasajero o un estado de ánimo y a llamar medicina preventiva al inmenso negocio de conseguir que la mayoría de personas mayores sanas se hagan numerosos chequeos en busca de un diagnóstico que provoque algún tipo de tratamiento.

El Sol ¿fuente de vida o de cáncer?

Para la industria farmacéutica, simplemente fuente de ingresos con la venta masiva de protectores solares. La industria farmaceútica sataniza incluso al sol convirtiéndolo en enemigo contra el que hay que protegerse, bajo la amenaza de melanomas y cáncer de piel, mientras que la astrofísica, la biología y la ecología lo consideran la fuente de la vida y además la única fuente disponible de vitamita D que tenemos.

Medicalización femenina

Aunque había indicado más arriba que centraba este trabajo en la medicalización del envejecimiento y en especial de los varones, acaba de publicarse una noticia que anuncia un paso más en la medicalización femenina. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) va a aprobar la venta de flibanserina, una pildora que incrementa el deseo sexual en la mujer. Lo fabrica Sprout Pharmaceuticals, que aspira a subir así su cotización en bolsa e informa que la nueva pildora modifica tres sustancias químicas claves para el cerebro: aumenta la dopamina y la norepinefrina y disminuye la serotonina. El fármaco, una vez más, trata un estado de ánimo, no una enfermedad, tiene efectos secundarios inquietantes, pero proporcionará millones de dólares a su fabricante como antes lo hicieron sus equivalentes masculinos Viagra y Cialis.

F. Javier González

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