Las respuestas que dan las personas sobre su propio bienestar están en el punto de mira y en el debate sobre las políticas sociales y la economía. Las mejoras en el bienestar de la población está surgiendo como una aspiración social clave.
La actual forma de medir el éxito de la economía, como por ejemplo el P.I.B. (producto interior bruto) se muestra insuficiente como indicador del progreso de una sociedad, debiendo también considerar el grado de bienestar que percibe y expresa la población.
Este bienestar subjetivo está estrechamente ligado a la salud y el vínculo se acrecienta aún más en la edad avanzada.
Tres tipos de bienestar
Podemos distinguir tres aspectos o modalidades del bienestar:
- Bienestar evaluativo (vida satisfactoria)
- Bienestar hedónico (sensaciones de felicidad)
- Bienestar eudaimónico (vivir con un propósito y significado en la vida)
El bienestar también podría tener un papel protector en el mantenimiento de la salud, mientras que el bienestar eudaimónico se asocia con un aumento en la supervivencia.
El bienestar protege la salud
La percepción frecuente de que el promedio de la evaluación positiva de sus vidas por parte de la población aumenta con la edad, sugiere que al bienestar subjetivo le afectan muchos factores y no solo el de la salud. Estos factores incluyen las condiciones materiales, las relaciones sociales y familiares así como los roles sociales y las actividades. Las investiaciones realizadas muestran que el bienestar podría ser incluso un factor de protección para la salud, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas y fomentando la longevidad.
Uno de los estudios más intensos realizados hasta ahora apoya la mejora en el bienestar hedónico a medida que envejecemos, disipando así la idea de que con la edad disminuye la intensidad de las experiencias. La teoría que emerge de estos resultados es que a medida que la población envejece, van acumulando sabiduría emocional, que a su vez conduce a una selección de acontecimientos, amistades y experiencias más satisfactorias emocionalmente. De modo que, a pesar de ciertos hechos como la pérdida de estatus relacionada con la jubilación y unos ingresos más reducidos, la gente mayor mantiene o incluso aumenta su percepción del bienestar al centrarse en un conjunto más reducido de experiencias y contactos sociales.
Estos descubrimientos sugieren que las personas de edad avanzada, aunque sean menos productivas, y tengan quizá unas necesidades materiales más reducidas, podrían sentirse más satisfechas con sus vidas y sufrir menos estrés, preocupación e ira que las personas de mediana edad.
No es ninguna novedad afirmar que la noción de que un bienestar de baja calidad atrae un mayor riesgo de enfermar. Lo que sí es nuevo es la posibilidad de que el bienestar sentido de manera positiva se convierte en un factor de protección para la salud. Los estudios epidemiológicos nos muestran que las valoraciones positivas sobre nuestra vida y los estados hedónicos como la felicidad, provocan niveles más bajos de mortalidad y morbilidad.
Menos preocupación por la enfermedad
La investigación sobre el bienestar y la salud en la edad avanzada se encuentra en sus comienzos. No obstante, el bienestar de los adultos mayores es muy importante y la evidencia sugiere que los estados hedónicos (de felicidad) positivos, nuestra valoración de la vida y el bienestar eudaimónico (propósito en la vida) son de gran relevancia para la salud y la calidad de vida a medida que las personas envejecen. Los planes de cuidados sanitarios deberían estar preocupados no solo con la enfermedad y la discapacidad, sino también con métodos de apoyo que mejoren los estados psicológicos positivos de las personas mayores.
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Extractado y traducido del informe publicado en la revista científica The Lancet por los doctores Andrew Steptoe, Angus Deaton y Arthur A. Stone,
por F. Javier Gonzalez
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