Premiada por el descubrimiento de cómo los cromosomas se protegen con los telómeros y la enzima telomerasa»
Junto con sus ayudantes Carol W. Greider y Jack W. Szostak, la investigadora Elizabeth H. Blackburn, ha resuelto un enorme problema de la biología, averiguando cómo es que los cromosomas pueden copiarse de forma completa en el proceso de la división celular y cómo se protegen de la degradación.
La conclusión es que la solución está en los telómeros, los extremos de los cromosomas, y en la enzima que los forma. Los telómeros son una terminación que protege el extremo de los cromosomas y evita o frena el proceso de envejecimiento.
Cuando las células se dividen, los telómeros se acortan, sin embargo, en el caso del cáncer se evita ese acortamiento con la producción de una enzima conocida como telomerasa, que permite a las células cancerosas seguir vivas.
Por esta razón, los hallazgos de estos tres investigadores ofrecen fundadas esperanzas en la curación de algunas enfermedades y en la posibilidad real y cada vez más cercana de alargar la vida en algunas décadas.
Australiana de nacimiento, Elisabeth Blackburn es profesora de Bioquímica de la University of California, San Francisco (UCSF) y junto con sus dos colegas, ha establecido las bases terapéuticas contra la vejez y el cáncer, al haber descubierto los procesos que siguen nuestras células al envejecer, hallando las claves para evitarlo.
La investigación de Elizabeth Blackburn tiene dos enfoques. Por una parte descubrió que la secuencia única del ADN en los telómeros evita el envejecimiento. Por otro lado descubrió la telomerasa, enzima que ayuda a formar el ADN de los telómeros. Las perspectivas son muy esperanzadoras ya que esto ayudará a descubrir nuevas terapias para curar el cáncer. Pero el aspecto más llamativo va a ser su aplicación para entender y frenar el proceso de envejecimiento.
Es interesante recordar que los telómeros se van acortando a medida que las células se van dividiendo con el paso de los años y también cuando estamos sometidos a un estrés crónico. Eso se traduce, en primer lugar, en arrugas en la piel. Sin embargo, la acción de la telomerasa permite que la longitud de los telómeros se mantenga y así nuestras células no acusen el paso de los años con la misma intensidad.
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