Después de Japón, España es el segundo país más longevo del mundo.
La mayoría de los españoles, y en especial las españolas, están viviendo 40 años más de lo que hubieran vivido hace un siglo. Esto representa el mayor regalo que nos ha dejado el siglo XX.
Estamos viviendo, en palabras del Dr. Alex Kalache, la revolución de la longevidad.
Este trascendental obsequio del siglo XX debe traducirse en oportunidades para el siglo XXI. La humanidad ha entrado en un territorio nuevo y necesitamos un modelo de pensamiento totalmente nuevo. Ya no es sostenible vivir con los anteriores paradigmas.
Como indica la Dra. Rocío Fernández-Ballesteros, Catedrática del Departamento de Psicobiología y Salud de la Universidad Autonoma de Madrid, envejecer no es solo un fenómeno de población sino una realidad individual. Los biogerontólogos estiman que mientras que el 25% de las causas del envejecimiento puedan ser genéticas, el hecho es que el 75% tiene que ver con las condiciones del entorno, en el que hay que incluir las conductas al seleccionar esas condiciones externas.
Así pues, a escala individual, el envejecer no es un fenómeno fortuito, sino que el individuo es un agente directo de su proceso de envejecimiento y por tanto la capacidad para hacerse mayor de manera correcta (con salud y actividad) depende en gran medida de las decisiones que tomamos y de las pautas de conducta aprendidas a lo largo de la vida.
No existe aún una definición empírica del concepto “envejecimiento activo”, pero existe un consenso sobre algunas de sus variables como baja probabilidad de enfermedad o dependencia, buen estado físico, funcionamiento cognitivo bueno, actitud positiva que evita situaciones prolongadas de estrés y mantener una vida activa y ocupada.
Aun persisten en nuestro país creencias y tópicos falsos sobre el envejecimiento. Unos mitos que debemos aprender a superar, como que todas las personas mayores son iguales, que tienen una vida aburrida, que están enfermos, que la edad trae la discapacidad y la dependencia o que son personas solitarias que gradualmente se apartan de la sociedad.
La realidad, como afirma el Dr. Alejandro Lucía Mulas, es que “los centenarios no son solo la cúspide de la pirámide poblacional, también representan un modelo de envejecimiento saludable pues han pospuesto, e incluso a veces evitado, enfermedades crónicas y la pérdida de independencia y suelen estar igual de sanos que los nonagenarios”.
Los centenarios constituyen en nuestra sociedad una “nueva población”, que aumenta rápidamente, y que puede aportar importantes enseñanzas. La población española es la segunda del mundo con una mayor presencia relativa de personas centenarias, a pesar de la escasa atención recibida por este colectivo.
El Instituto Nacional de Estadística publicaba en abril 2014 que en España hay más de 13.000 ancianos que han superado los 100 años, de los que casi el 80% son mujeres. Con una esperanza de vida media de unos 82 años, nuestro país se ha convertido en el segundo más longevo. Estas personas se concentran sobre todo en Castilla y León, en pueblos donde la vida es tranquila y el estrés parece no existir.
Volviendo a los mitos que debemos abandonar es conveniente recordar que no tenemos una fecha de caducidad predeterminada, sino que las decisiones que tomamos sobre lo que comemos, lo que bebemos y lo que pensamos afectan directamete a nuestra expectativa de vida. El envejecimiento siempre hemos creido que era algo que nos ocurría a todos, cuando en realidad es en gran parte, algo que nuestro cuerpo ha aprendido a hacer.
F. Javier González
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