- El Escritor Gerald Brenan afirmó eso de que “La vejez nos arrebata lo que hemos heredado y nos da lo que hemos merecido” ¿Es cierto?
No comparto esta afirmación salvo que es cierto que en muchos casos los males de la vejez los hemos ido gestando por voluntad propia, por ignorancia o negligencia desde la juventud
- Relacionado, con lo anterior, ¿es también relevante nuestra infancia? ¿Por mucho que hayamos superado algún problema, en el caso de haberlo tenido, repercute también a partir de los sesenta?
Lamentablemente, la infancia no repercute lo suficiente en la etapa a partir de los sesenta. Dos características de la infancia como la curiosidad y la pasión deberían estar presentes toda la vida y de manera especial a partir de los sesenta.
- Los cánones de bienestar que dictan actualmente que la perfección es joven, ¿Existe una posibilidad de “cambiar ese chip”?
Lo primero es admitir que “el elixir de la eterna juventud” existe pero está en el único sitio donde no buscamos, que es en nuestro interior.
Debemos abandonar la tiranía o dictadura de la juventud obligatoria. Cada vez hacemos más esfuerzos y más gasto para parecer jóvenes, mientras que, al mismo tiempo, llevamos un estilo de vida y de alimentación que favorece el envejecimiento prematuro.
Para intentar “cambiar el chip” no está de más recordar que la edad promedio de las creaciones más grandes de la humanidad se situa en torno a los 60 años, como ejemplo: Pau Casals a los 96 años estaba en plena capacidad creadora, igual que Picasso a los 91, Rubinstein a los 90, Victor Hugo, Goethe y Matisse a los 83, Platón, Kant y Verdi a los 80, Fleming a los 74, Pasteur a los 73, Wagner y Leibniz a los 70,
- Actualmente la situación de crisis que se vive acrecienta las depresiones, y se acentúa en la tercera edad. ¿Cuál es el primer consejo ante esa situación?
El primer consejo es reconocer que el estrés crónico debilita el sistema inmune y por tanto nos hace vulnerables a cualquier enfermedad. Ser consciente de esta realidad nos debe alertar contra situaciones prolongadas de estrés. Sin embargo, opino que la crisis actual produce más inquietud y depresiones entre las personas jóvenes y maduras y no tanto entre las de edad avanzada que están, por su experiencia, más preparadas para afrontar todo tipo de situaciones límite.
- ¿Son las mismas actitudes en el hombre y la mujer al envejecer?
Venimos arrastrando creencias equivocadas y mitos absurdos sobre la vejez que afectan casi por igual al hombre y a la mujer. Uno de los mitos aún no superados es el de la vejez sin sexo. Otro mito es el de pensar que con la jubilación laboral se termina la vida activa. Otro el de considerar vejez y enfermedad como aspectos inseparables.
No obstante parece que la mujer gestiona mejor su proceso de envejecimiento y aventaja a los hombres con una esperanza de vida 7 años más larga.
Usted es un autodidacta. Esa cualidad de instruirse a sí mismo, ¿es también más favorable para una persona mayor? ¿Repercute en los beneficios del bienestar?
La capacidad de ser autodidacta es recomendable en todas las esferas de la vida y en todas las edades sin excepción, elimina el peligro de adoctrinamiento, evita los fanatismos y sectarismos y permite que uno dedique su tiempo y esfuerzos intelectuales a aquellas materias que despiertan su curiosidad y pasión (las cualidades de la infancia). Podría afirmar que ser autodidacta es una fuente segura de bienestar y autonomía.
- ¿Hasta qué punto está el poder curarnos según nuestra actitud?
Permítame empezar afirmando que envejecer no es una enfermedad que haya que curar ni ser viejo es sinónimo de estar enfermo o incapacitado. En cuanto a la actitud que cura le doy un dato estadístico confirmado por la gerontología moderna: Para mantener un envejecimiento activo y saludable el 75% de los cambios debemos hacerlos en nuestra actitud mental. La genética, la alimentación o el ejercicio, con ser muy importantes, sólo representan el 25%
- Hay una frase que dice “Es mejor arrepentirse de las cosas que se han hecho que las que no se han hecho” ¿Esta idea llega a la vejez? ¿Y repercute?
Existen estudios científicos recientes que afirman que las personas consultadas en los últimos momentos de su vida sobre aquellas cosas de las que se arrepienten, coinciden mayoritariamente en arrepentirse de cinco cosas. Las dos primeras son 1) no haber tenido el valor de vivir su propia vida y no la que les han marcado los demás y 2) se arrepienten de haber trabajado tanto.
Si pensáramos en esto, no ya en los momentos previos a la muerte, sino años o décadas antes, podríamos cambiar nuestras vidas y disfrutar de una vida realmente plena a partir de los sesenta
¿Cómo influye nuestra forma de actuar, pensar y sentir en la forma como vamos visualizando la vejez, (conforme pasan los años) y en la forma cómo se vive la cuarta edad?
En el plano mental muchas personas aún siguen atrapadas en el siglo XIX pensando que Dios decide nuestras enfermedades, mientras otros siguen atrapados en el siglo XX creyendo que son nuestros genes los que determinan nuestro destino. La ciencia del siglo XXI nos dice que el envejecimiento no es algo que nos esté pasando, sino en gran parte es algo que nuestro cuerpo ha aprendido a hacer. Ha aprendido a cumplir con la programación que nosotros, los programadores, le suministramos. El envejecimiento se inicia en la mente y luego esa información se la transmitimos a las células que obedecen y comienzan a apagar circuitos. Pero no tiene por qué ser así. Bernard Shaw lo expresó con claridad: “No dejamos de jugar porque nos hacemos viejos, sino que nos hacemos viejos porque dejamos de jugar”
Es cierto que continuamos por inercia asociando ancianidad/enfermedad como conceptos inseparables, pero actualmente ya no se basa en la realidad cotidiana sino en la tradición o creencia generalizada. Hasta hace un siglo la esperanza de vida estaba en los cuarenta y tantos, de ahí que los 60 se considerasen una edad avanzada.
Hoy morir a los 60 es absurdo cuando con un mínimo cuidado podemos llegar a los 90 y si hemos tenido una vida sana no es nada difícil llegar a superar los 100. La ciencia ya trabaja con vistas a que en poco más de una década podamos llegar a un promedio de vida de 120 años. Es decir en un siglo hemos duplicado la esperanza de vida de 40 a 80 años, y la ciencia espera volver a duplicarla de 80 a 160 en un par de décadas.
Morir a los 70 años pudiendo vivir 30 años más es un auténtico derroche, especialmente si esos últimos 30 son los años en los que podemos disfrutar de todo aquello que durante la vida laboral no podíamos hacer.
- Hoy el mundo es más longevo y es fundamental lograr un envejecimiento activo y saludable. Según su experiencia, ¿cómo dar ese paso, cuando se ha tenido una pérdida (esposo(a), la pareja de toda una vida? ¿cómo reencontrarse con ese yo interior?
La pérdida de seres queridos puede producirse en cualquier etapa de la vida, aunque es más probable que se produzca en edades a partir de los 70. Tras superar el periodo necesario e inevitable del duelo, podemos emprender nuevos proyectos e ilusiones. Encontraremos aquello que siempre quisimos hacer, aquel viaje, aquella actividad, búsqueda o estudio que las anteriores obligaciones no nos permitieron realizar.
- Existen muchos mitos en torno al tema de la vejez, ¿Nos puede indicar 5 recomendaciones clave para vivir plenamente?
He mencionado anteriormente algunos de los mitos habituales sobre la vejez, que debemos superar y abandonar. Mis recomendaciones para vivir plenamente en edades avanzadas son:
- Mantenga una vida activa física y socialmente
- Admita que con algunos cuidados puede llegar a los 100 años con salud
- No haga de sus problemas un tema de conversación y abandone la queja
- Dedíquese con curiosidad y pasión a lo que realmente le guste hacer.
- Cuide su alimentación, reduciendo la cantidad de alimentos
Me permito sugerir una 6ª recomendación: lea mi libro “Envejecer es bueno para la salud”, ha cambiado la vida de muchas personas.
F. Javier González