En mi anterior artículo sobre las ocho cosas que hacen las personas que viven más de cien años con salud, he planteado la posibilidad de imitar a las personas muy longevas en sus hábitos de alimentación, ejercicio y especialmente algunos cambios en nuestra forma de ver y experimentar el envejecimiento a partir de los 65 años, para mantener la salud e incluso alargar la vida sin pastillas, elixires mágicos ni intervenciones médicas innecesarias.

Es posible que pensemos que esas personas que llegan a centenarias con una salud casi intacta es gracias a una herencia genética favorable o que la propuesta de imitar lo que hacen los centenarios no es un método con el debido respaldo científico. También entiendo que desconfíen porque no coincide con lo que le oyen decir a su médico.

Voy a ofrecerles unos cuantos argumentos para que puedan sacar sus propias conclusiones.

Como explica la bióloga molecular española María A. Blasco (1), en la mesa redonda sobre ciencia del envejecimiento organizada en la Semana de los Nobel de 2014, el moderador preguntó a los ponentes por la fórmula antiedad personal de cada uno de ellos.

Como verá a continuación, todas las respuestas de estos premios Nobel coinciden con alguno de los 8 pasos para llegar a centenario con salud:

Para la doctora Cynthia Kenyon, descubridora del vínculo entre la ruta molecular de la insulina y la longevidad, su fórmula es evitar los subidones de glucosa manteniéndose lejos de los dulces.

Para la doctora Elizabeth Blackburn es intentar dormir lo suficiente y hacer ejercicio y tiene muy en cuenta la importancia de la interacción social y de algo que a veces olvidamos por obvio: disfrutar de la vida.

Tom Kirkwood y Linda Partridge también aludieron a la dieta y al ejercicio: “la actividad física es el mejor pasaporte hacia una vejez saludable”.

El demógrafo James Vaupel, resumió sus consejos en uno “haz caso a tu madre”. Se refería a que la ciencia actual todavía no ha logrado traducir sus hallazgos a indicaciones mucho más concretas y más eficaces que las que se saben hace ya tiempo. A saber: para vivir más hay que mantenerse sano y para ello sobre todo no hay que fumar, ni engordar en exceso, ni hacer una vida sedentaria.

Elizabeth Blackburn, lejos de considerar un fracaso esta falta de innovación en las recomendaciones, la celebró: “Me encantan estas medidas, sobre todo porque son baratas”

Para José Viña, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia, el ejercicio físico es tan poderoso a la hora de prevenir la aparición de enfermedades que merecería ser considerado un medicamento (2)

La doctora Christiane Northrup, ginecóloga y experta en salud femenina, afirma que “un 75% de las personas mayores de 65 años se medican y toman, de media, cinco fármacos distintos. La mayoría de esos fármacos son innecesarios” (…) “Se calcula que el 80 por ciento de las enfermedades comienza en la mente” (3)

 

El doctor Bruce Lipton, biólogo celular y profesor de medicina afirma que “los genes no marcan nuestro destino. Los genes se ven modificados por influencias medioambientales, por la nutrición, el estrés y las emociones, tal como confirma la epigenética. Las células actuan influidas por su entorno y no por el código genético”. (4)

El doctor Joe Dispenza, bioquímico, afirma: “Vivir en un estrés continuo es vivir en un primitivo estado de supervivencia. Cuando vivimos de esa manera  limitamos nuestra evolución. Las sustancias químicas liberadas en el estrés son las responsables de la alteración química del medio interno y del deterioro celular. No es el exceso de estrés agudo, sino el estrés crónico lo que debilita nuestro cuerpo. (5)

Los doctores Juan Gérvas y Mercedes Pérez escriben: ¿Se puede envejecer con salud? Sin duda, con salud y con vitalidad. Es importante tener optimismo al respecto. Quienes tiene una actitud positiva frente al envejecer viven de media 8 años más que los que tienen una actitud negativa. Temer al envejecimiento es una actitud que enferma. (6)

La doctora Candace Pert, neurocientífica y farmacóloga afirma: “Las moléculas de la emoción controlan nuestro cuerpo y esto es una muestra de la inteligencia de la mente corporal, una inteligencia que posee la sabiduría de buscar el bienestar y que en principio está preparada para protegernos de enfermedades sin el uso de alta tecnología, en la que tanto nos gusta confiar” (7)

 

Dña. Rocío Fernández Ballesteros, catedrática y especialista en psicología de la vejez, comenta: “¿En qué medida el envejecimiento está explicado por factores genéticos o ambientales? La respuesta comunmente aceptada es de un 25 por 100 frente a un 75 por 100. Es decir la contribución ambiental se estima en tres cuartas partes de la variación del envejcimiento activo mientras que a la genética se le atribuye tan solo una cuarta parte. Las formas de envejecer no ocurren al azar, se deben en buena medida a lo que la persona hace, a sus formas de pensar, sentir y actuar”. (8)

F. Javier González, investigador en gerontología

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1 – María A. Blasco, “Morir joven, a los 140”

2 – José Viña “Morir joven, a los 140”

3 – Christiane Northrup, “Las diosas nunca envejecen”

4 – Bruce Lipton, “The biology of belief”

5 – Joe Dispenza, “Desarrolla tu cerebro”

6 – J. Gervás y M. Pérez “Sano y salvo”

7 – Candace Pert, “Inteligencia cuántica”

8 – Rocío Fernández “Envejecimiento activo”