Conozca los secretos del éxito de la mujer de 91 años que trabaja en Silicon Valley. Fue pionera en su trabajo y aunque trató de retirarse cinco veces el mundo sigue requiriendo sus servicios. Barbara Knickerbocker-Beskind comenta cómo se convirtió en inventora y por qué la siguen buscando.
Imagíne que a los 91 años todavía sigue desempeñándo el trabajo de sus sueños. Esto es exactamente lo que está haciendo Barbara, diseñadora y pionera en el campo de la terapia ocupacional que actualmente trabaja en Silicon Valley en la creación de productos para la población de adultos mayores.
Barbara cuenta cómo surgió su pasión por la invención.
«Durante la depresión no teníamos dinero para comprar nada, así que desde el principio todos tuvimos que aprender a aportar soluciones. Y así hacíamos de todo, excepto zapatos y lentes. Mi padre era un agudo observador de su entorno y mi madre era muy creativa. Y yo seguí el ejemplo. Como no teníamos dinero para comprar juguetes los hacíamos nosotros. Coloqué dos neumáticos de coche juntos para crear un caballo mecedor y aprendí mucho sobre la gravedad porque me caí muchas veces».
Joven inventora
«A los 10 años supe que quería ser inventora, pero mi asesor vocacional en el colegio me dijo que en la escuela de ingeniería no aceptaban mujeres, así que me inscribí en economía del hogar. Me gradué en Artes Aplicadas y Diseño en la Escuela de Economía del Hogar de la Universidad de Syracuse en 1945 y fui muy afortunada cuando me aceptaron en el plan de entrenamiento de Terapia Ocupacional del Ejército. Eso fue lo que realmente inició mi carrera«.
Entonces teníamos epidemia de polio.
«Recuerdo especialmente a uno de mis pacientes de polio: un piloto de vuelo que salió de Hickam Field en Hawái con un escuadrón de nueve aviones. Se enfermó tan rápido que cuando llegó a la Base Aérea de Travis en California, ya estaba paralizado. Tuvieron que desatornillar el cinturón de seguridad para poder sacarlo y nunca volvió a caminar. Trabajé con él, ayudándole a usar las prótesis de las piernas y diseñando un aparato para que pudiera estar de pie y trabajar en una mesa».
Siempre fui una pionera
«En 1966, cuando tenía 42 años, me retiré del Ejército como comandante y entré en la práctica privada. Fui la primera terapeuta ocupacional que hacía este trabajo en Estados Unidos. Trabajé con niños con trastornos de aprendizaje. Quería desarrollar aparatos que fueran atractivos para ellos pero también que les ayudara a mejorar su equilibrio. Patenté una almohada inflable cuadrada, de unos 90 cm de altura, que se enrolla en el exterior para proteger a los niños cuando caen. La llamé «nave espacial«.
«Traté de retirarme cinco veces –como TO, como practicante privada y como autora– pero nunca dio resultado.Regresé a la universidad para convertirme en artista en 1997 y esto ha sido muy útil para los dibujos de mis invenciones. En 2013, ví a David Kelley, el fundador de la firma de diseño IDEO, en el programa de TV 60 Minutos. Cuando me di cuenta que aceptaba, y realmente respetaba, a gente con una variedad de antecedentes, pensé: «Tengo una experiencia de vida y habilidades de diseño muy singulares. Puedo ser util para su empresa».
Entonces yo tenía 89 años.
«Escribí una carta a máquina, la cual quizás captó su atención porque no suelen recibir mucha comunicación vía el correo postal ordinario, pero como sufro de degeneración macular, no puedo usar ordenadores. Una semana después me llegó la respuesta. Estaban comenzando a diseñar aparatos que pudieran ser útiles para la gente mayor, así que fue un hecho afortunado que yo estuviera allí en ese momento. Me invitaron a reunirme con unas cuantas personas. Cuando me senté en una mesa para cuatro, pensé: «Todo es muy agradable pero creí que habría algunas personas más». Lo que yo no podía ver era que detrás de mi la sala se estaba llenando de gente, unos 30 0 35 diseñadores e ingenieros. De pronto, me presentaron como la conferenciante; Conté mi historia y respondí algunas preguntas muy interesantes».
«Después me convertí en asesora para equipos y para el diseño de productos y servicios para la gente mayor y la comunidad de baja visión. Cada jueves camino tres calles hacia la estación de tren. Llego ya sea a la oficina de IDEO en Palo Alto o a la de San Fracisco como a las 10:00 de la mañana y a menudo me siento en el mismo sofá para que todos sepan dónde pueden encontrarme. Entonces me organizan citas para discutir los proyectos en desarrollo para clientes. La gente también se detiene a hablar sobre lo que está ocurriendo con varios proyectos: es un ambiente extremadamente colaborativo. Me encanta trabajar en este ambiente. Quizás soy seis o siete décadas más vieja que algunas de las personas con quienes trabajo, y muchos de ellos tienen doctorados o masters. Y aunque yo no los tengo, me aceptan como igual».
Recurso sin explotar
«Se respeta mi voz por lo que puedo aportar, por mi experiencia, por mi visión y por mi inventiva y mi naturaleza para aportar soluciones. Por ejemplo, para un producto -que aún está en desarrollo- intentaban usar baterías. Pero esas baterías son pequeñísimas, como las que se utilizan en los aparatos auditivos y las manos mayores no pueden manipularlas fácilmente y los tiran o los pierden. Mi idea era que es mejor recargar el producto durante la noche, cuando no está siendo utilizado. Nadie espera que un joven se ponga en los zapatos de una persona anciana y sienta lo que ella siente. Incluso yo, que estoy tan cerca de los asuntos que preocupan a los ancianos, me he quedado sorprendida y he aprendido de la gente con quien vivo en mi comunidad de jubilados».
Una señora dijo: «Los asideros de la ducha son resbaladizos cuando tienen jabón en las manos. Necesitamos una superficie interior rugosa«.Cuando los analicé en detalle me di cuenta de que los asideros habían sido producidos para hombres de 90 kilos de peso con manos grandes. Necesitamos tres tamaños, y el menor debe ser un asidero pequeño para las pequeñas ancianas que tienen manos muy pequeñas».
«Si diseñas para los ancianos, debes preguntarles qué necesitan. No necesitamos bastones color rosa y cajas pequeñas para colocar nuestro medicamento. Necesitamos equipo funcional que nos haga más independientes, que nos mantenga seguros y satisfechos. Creo que los ancianos son un recuerso sin explorar, y se debe buscar sus aportaciones.No es facil que todos disfruten trabajando como yo lo hago, pero si no tienes algo que te identifique de forma positiva, ya sea como la mejor tejedora o alguien que aún toca el piano, pierdes tu identidad. Y esta es mi identidad: estoy trabajando».
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