Cada vez hay más personas que habiendo superado los 65 años con salud se proponen el objetivo de llegar a vivir hasta los 100 años o más conservando la salud y sus aptitudes físicas y mentales a un nivel que les permita seguir siendo útiles a la sociedad y disfrutando de una autonomía tantas veces deseada durante la juventud y la madurez. Una quimera hace tan sólo unas décadas, pero una posibilidad real para muchos hombres y mujeres de hoy, especialmente para las mujeres, cuya expectativa de vida es superior.
Si usted, amigo-a que lee este artículo ha superado los 60 y goza de buena salud, se puede decir que ya conoce lo que es la prevención, que consiste en prevenir o evitar la enfermedad o por decir mejor, conservar la salud, porque en nuestra sociedad industrializada y consumista no es facil llegar a los 60 con salud a menos que hayamos hecho elecciones preventivas de alimentos, eliminando el exceso de azúcares y harinas blancas refinadas, grasas saturadas, alcohol, tabaco, etc. Quizá a partir de los 65 esa prevención haya que aumentarla un poco más añadiendo ejercicio físico regular, manteniendo una actividad laboral o lúdica de nuestro agrado y teniendo proyectos e ilusiones por cumplir, especialmente si con ello sentimos que tenemos un propósito para vivir. Todo eso es prevención que podemos hacer para evitar posibles enfermedades y por tanto posibles visitas al médico.
Hago esta definición para que no nos confundan determinados conceptos que utiliza la medicina, como “medicina preventiva”, “prevención primaria”, “prevención secundaria”, etc.
En realidad la única manera en que un médico puede ejercer la “prevención primaria” es repitiéndonos la frase de Hipócrates, el padre de la medicina: “que el alimento sea tu medicina”. Todas las demás prácticas de la medicina serán diagnóstico precoz, pero no prevención.
Cabría hacer la exceptión de las campañas de vacunación infantil que han eliminado miles de muertes prematuras en centenares de miles de niños especialmente en países en vías de desarrollo durante el siglo pasado. Así, salvo algunas excepciones que confirman la regla, la prevención es lo que hacemos las personas que tenemos salud para poder mantenerla mediante una cuidada selección de comidas, bebidas, actitudes y hábitos.
Cuando percibimos alguna señal de alerta o peligro que el cuerpo nos da, como dolor de cabeza persistente, digestiones anómalas, mala actividad intestinal de evacuación, dolores en las articulaciones, etc. entonces acudimos a un doctor o especialista para que nos haga un diagnóstico, si es posible un diagnóstico precoz, que haga fácil la recuperación de la salud. Lo que el médico perciba y diagnostique no es prevención ni secundaria ni terciaria, es tomar medidas para que la enfermedad ya latente o manifiesta no avance. Insisto prevención es evitar que aparezca la enfermedad e incluso los primeros síntomas.
Diagnóstico precoz
Cuando la medicina quiere prevenir el cancer de pulmón no sugiere a la población que se haga una exploración de rayos X para detectar si tienen un cáncer de pulmón. Prevención es que les digan que no fumen o dejen el tabaco, lo otro puede ser muy bueno y necesario pero se llama diagnóstico precoz. Cuando se recomienda a las mujeres de determimada edad que se hagan una mamografía, o a los hombres de más de 50 años hacerse una colonoscopia, eso no es prevención, es intentar un diagnóstico precoz. Prevención es cuando las mujeres hacen lo que sabemos que disminuye el riesgo de contraer cáncer de mama y cuando los hombres se aseguran de mantener un movimiento intestinal regular a través de una correcta alimentación.
En la terminología médica, se denomina “prevención secundaria” al diagnóstico precoz, cribado, o screening, pero adjetivar la prevención con términos como secundaria, terciaria y hasta cuaternaria, no hace sino confundir la idea misma del acto de prevenir o evitar, que debería estar bien claro que es lo que debemos hacer las personas para evitar pasar por la consulta del médico.
Asimetría médico-paciente
Eso quizá significa que tengamos que superar la actual asimetría entre lo poco que sabemos sobre el funcionamiento de nuestro propio cuerpo y lo mucho que creemos que saben los médicos sobre ese mismo cuerpo. Actualmente en los foros internacionales que tratan sobre el envejecimiento saludable se comienza a hablar de “health literacy” para referirse a un casi generalizado analfabetismo en temas de salud y se observa la preocupación por la incapacidad actual para comprender procesos tan esenciales como la digestión y evacuación regular y por tanto la dependencia casi absoluta de consultar al médico sobre algo que ocurre en nuestro propio cuerpo.
Según la Organización Mundial de la Salud, uno de los instrumentos de la promoción de la salud y de la acción preventiva es la educación para la salud, que aborda además de la transmisión de la información, el fomento de la motivación, las habilidades personales y la autoestima, necesarias para adoptar medidas destinadas a mejorar la salud.
Gerontología preventiva
También resulta paradójico oir hablar de geriatría preventiva, cuando la especialidad médica geriátrica se dedica por definición a la cura de enfermedades cuando éstas ya se han manifiestado en el anciano. Lo que sí tiene sentido y es una definición correcta es gerontología preventiva que se define como el estudio y la puesta en práctica de aquellos elementos relacionados con el estilo de vida, con la calidad del medio ambiente, la nutrición y el cuidado de la salud que puede maximizar la longevidad con calidad de vida.
Para que lo entendamos mejor, imaginemos que caminamos hacia un precipicio con los ojos cerrados. Cuando llegamos al borde y caemos, el geriatra nos curará de las heridas producidas por la caida. El gerontólogo se asegurará que abramos los ojos para no caer en el precipicio.
F. Javier González