Hora decisiva para el mundo. En busca de valores para una época de transición
Hora decisiva para el mundo.
En busca de valores para una época de transición
Por F. Javier González
Artículo publicado en la revista Namaste, enero 2009.
Estamos en una época de preguntas, siendo conscientes de que los tiempos que corren exigen preguntas de calidad.
¿Por qué los actuales sistemas de gobierno fracasan en proporcionar seguridad, prosperidad y bienestar a los ciudadanos? ¿Qué valores fundamentales deben guiar las relaciones entre naciones y asegurar un futuro pacífico?
Ahora podemos afirmar que este mes de enero, por fin concluye la guerra civil en Estados Unidos, cuando un candidato negro se convierte en el presidente de aquel país, gracias a que la mayoría blanca el 4 de noviembre votó en su favor.
Esta es una hora decisiva porque la construcción de otro mundo ya es posible y el presidente electo Obama tendrá que reinventar el gobierno de su país como instrumento del bien común. Como ha indicado acertadamente Michael Sandel, profesor de Harvard “Asumir el cargo en tiempos de crisis no garantiza la grandeza, pero puede brindar una ocasión para alcanzarla”
Sin embargo, la responsabilidad de conseguir la prosperidad mundial y de reescribir el futuro está ahora en manos de todos los ciudadanos responsables y no sólo de uno o varios de los líderes mundiales, a menos que continuemos con la trasnochada creencia en el mesianismo de un líder político, por muchas esperanzas que genere su pulida oratoria.
...por fin concluye la guerra civil en Estados Unidos, cuando un candidato negro se convierte en el presidente de aquel país, gracias a que la mayoría blanca el 4 de noviembre votó en su favor.
Aunque muchos de los llamados expertos y analistas internacionales han demostrado que no merecían tales definiciones, alguno han señalado con acierto que si en 1989 cayó el muro de Berlín y con ello se derrumbó la ideología comunista, ahora puede caer el otro muro, el del capitalismo, del neoliberalismo radical y del fundamentalismo del mercado. Por tanto se podrían haber derrumbado dos de las ideologías más aclamadas del siglo XX. En cierto modo se podría afirmar que al igual que la guerra civil americana termina con la toma de posesión de Barak Obama, el siglo XXI lo acabamos de comenzar liberados por fin de la opresión que ambas ideologías igualmente fracasadas, igualmente incapaces de generar paz y justicia, han ejercido sobre la humanidad durante todo el siglo pasado.
Ha comenzado un nuevo amanecer basado en la necesidad de construir un mundo basado en la noción de la unidad de la humanidad, de la justicia, de practicar la verdadera consulta muy diferente de la actual negociación y concesión, de una nueva ética del trabajo y de los negocios, una nueva ética medioambiental y la plena igualdad entre mujeres y hombres. Obama ha conseguido demostrar que todo es posible si se desea apasionadamente y que una utopía no es otra cosa que una verdad prematura y latente.
Estamos ante un punto de inflexión en la historia, en el que deben definirse de nuevo los conceptos de poder y liderazgo, en el que debemos pasar de la idea de un mercado globalizado a la noción de la unidad de pensamiento en proyectos de alcance mundial. Esta crisis económica sin precedentes, sumada a la quiebra social que la misma ha propiciado, refleja una concepción de la naturaleza humana profundamente equivocada y exige abandonar la categorización impuesta artificialmente de sociedades “desarrolladas” y “en vías de desarrollo”, así como afrontar con valentía la desaparición de paraísos fiscales, un objetivo que ni siquiera figuró en los papeles de la Cumbre financiera del G-20 en Washington del pasado 15 de noviembre. Con la eliminación de los paraísos fiscales tambien desaparecería el tráfico de drogas, de armas y de personas. ¿Por qué los gobiernos y los líderes mundiales no se atreven a afrontar el problema en la raiz?
Es preciso dar un golpe de timón, pero no por los economistas que ya han fracasado en sus planes y previsiones sino por aquellas personas, economistas o no, que tienen una orientación basada en la realidad de un mundo capaz de reaccionar gracias a su imaginación y creatividad.
Estamos ante un punto de inflexión en la historia, en el que deben definirse de nuevo los conceptos de poder y liderazgo
La ONU tiene ahora la gran oportunidad de convertirse en aquello para lo que fue creada y cuya función pocas veces llegó a ejercer, estrangulados sus procesos por los derechos de veto, los lobbies, las componendas financieras y la doble moral. Este embrión de un futuro gobierno mundial debe ser reformado en profundidad junto a sus departamentos más importantes como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, para que después de más de seis décadas puedan empezar a ser fieles a la misión para la que fueron creados bajo la presidencia de Roosevelt en 1944 y sean la base para una nueva arquitectura financiera internacional.
Es cierto que Obama tiene el temple, el rigor y especialmente la visión necesaria para esta hora decisiva en que todo está trastocado y confuso. Representa el cambio, un nuevo paradigma y seguramente una forma diferente de manejar los desafíos. Barak Hussein Obama es afroamericano pero ciudadano del mundo, con raíces en las culturas africana, hawaiana y estadounidense.
Este podría ser un perfil ideal para el nuevo modelo de líder mundial para estos nuevos tiempos, para que nos ayude a cruzar de la orilla de la cultura de violencia y guerra a la otra orilla de la cultura de diálogo, conciliación y paz.
Tomemos el ejemplo anecdótico que puede representar que Irán, uno de los países que fundamenta su política en el odio al “país del gran satán”, se encuentra de repente con que ese país tan odiado lo preside un señor que lleva por segundo nombre el de la figura central del islam shi’ita (Hussein) y cuyo apellido Obama es la trasliteración en persa de la expresión “él está con nosotros”.
Esta es la hora de rediseñar completamente el futuro. Ahora tenemos que pensar no en el rescate de las instituciones financieras, sino de la gente más vulnerable.
Aun está por ver qué tendrá más efecto en el desmoronamiento del gobierno iraní, si será esta contradicción lingüística que puede dejarles perplejos o las constantes denuncias de Naciones Unidas al gobierno de Teherán para que respeten los derechos humanos, aunque es probable que no sea ni lo uno ni lo otro, sino la caída del precio del crudo. Un ejemplo más de cómo no se gobierna un país.
Y a propósito de derechos humanos “La injusticia, la desigualdad y la impunidad son hoy las marcas distintivas de nuestro mundo”, declaró Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional al presentar el Informe 2008 sobre El Estado de los Derechos Humanos en el mundo.
El nuevo liderazgo de un país poderoso en el siglo XXI debe reconocer que la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión no se ejerce plenamente. Todavía 45 países mantienen presos de conciencia. Tampoco goza de buena salud la libertad de expresión y de prensa, pues aún hoy se restringe ese derecho en 77 países, incluida España.
Esta es la hora de rediseñar completamente el futuro. Ahora tenemos que pensar no en el rescate de las instituciones financieras, sino de la gente más vulnerable. También en la forma de cerrar los paraísos fiscales que son los que mantienen en pie la corrupción, el terrorismo, el tráfico de personas, de armas y de drogas, los cinco negocios más lucrativos y que generan más riqueza para unos pocos impresentables y más pobreza para la humanidad.
Hora decisiva para el mundo. En busca de valores para una época de transición
F. Javier González Martín, escritor e investigador. Autor de El fin del mito masculino
Foto: The Obama-Biden Transition Project